Nunca imaginé pararme al lado de un animal que pesa 3,000kg
Desde que llegamos a Tailandia una de las cosas que más quería Sol era visitar un santuario de elefantes y pasaron 3 meses y por x o y nunca nos dimos el tiempo de ir.
Partimos a Vietnam y a esa altura ya nos había quedado la espina clavada y ahora estabamos ambos emperrados con conocer elefantes.
Ibamos a pasar su cumpleaños y navidad en Hanoi por lo que pensé en hacerle un regalo sorpresa e invitarla a algún santuario de elefantes, así que me dispuse a hacer una búsqueda intensa en Google para encontrar algún santuario cercano.
En Tailandia hay alrededor de 70 santuarios de elefantes con unos 3,000 elefantes repartidos entre todos estos, por lo que asumí que en Vietnam también sería facil encontrar un santuario para invitarla.
Para mi sorpresa Vietnam solo cuenta con unos 100 elefantes aproximadamente y unos pocos lugares son aptos para visitarlso teniendo en cuenta que no queríamos alimentar la industria de explotación de animales donde permiten que la gente los monte y funcionen como si fuera un circo para turistas.
Encontré sólo 1 donde era garantizado poder verlos y a la vez los elefantes se encontraban libres en su hábitat natural, pero por desgracia quedaba en la otra punta del país y no sería facil llegar, por lo que debíamos irnos unos días de viaje para poder verlos.
No pudimos hacerlo en 2023 pero ahora tenía el dato y sabía cómo y dónde verlos.
En Enero de 2024, una vez ubicados en Ho Chi Minh, la segunda capital de Vietnam, finalmente todo cuadró y programamos una visita al parque nacional Yok Don, donde es posible ver a estos animales libres en su entorno.
Teníamos una 10 horas de viaje y al menos unas 4 de parada intermedia, por lo que decidimos hacer una escapada de fin de semana, sacamos nuestros pasajes, nos subimos al bus y después de 14hs intensas, llegamos a destino.
A medida que llegabamos al parque comenzamos a notar que la naturaleza abundaba, cada vez veíamos más campos de arroz y el bus frenaba menos seguido.
Una vez en la puerta del parque podíamos sentir que la naturaleza se nos venía encima, pero debíamos aguardar ya que habíamos llegado con anticipación, por lo que tomamos una pequeña siesta en las mesas de madera junto a la laguna con patos y unos perros salvajes que nos acompañaban desde que llegamos.
Un rato después llegó nuestro guía y nos dieron una explicación sobre cosas que no debíamos hacer si queríamos seguir con vida basicamente y nos explicaron que de los 10 elefantes que tienen solo veríamos a 2 de ellos que son las más amistosas con los humanos.
Al ser un santuraio, los elefantes son totalmente libres por lo que varios de ellos no están tan acostumbrados a ver humanos y hasta cuentan con un guardian que los protege de los cazadores furtivos.
Finalmente nos subimos a un carrito y comenzamos nuestro recorrido, nos adentrabamos a la selva y ya podíamos oler el olor a naturaleza, sentir el camino empedrado golpeando el carrito en donde ibamos, veíamos algunos bueyes y llegamos a ver las primeras pisadas de elefantes.
Nuestro guía nos explicaba y gesticulaba y nosotros asentíamos a todo y me encantaría darte más información precisa pero la realidad es que Sol no entendía nada y yo sólo entendí la mitad de lo que nos explicaba, aunque aprendimos algunas cosas básicas.
La reserva es colindante con Cambodia, por lo que los animales son libres de pasar y volver cuando quieren y no hay control alguno sobre ellos y lo mismo sucede con el río, el río Dak Krong atraviesa toda la reserva y proviene desde Cambodia.
Nuestro guía era del país de Laos y al igual que el, muchas personas que viven en la zona provienen de países limítrofes, en su mayoría de Cambodia.
Después de un rato de charla y viaje llegamos al spot donde podríamos ver los elefantes, bajamos del carrito y nos adentramos en la selva.
Dentro del parque hay varios animales, bueyes, cerdos salvajes, monos, aves y los tan esperados elefantes, la vegetación se hacía cada vez más densa y nos juntamos con los dos cuidadores de las elefantes, quienes nos guaron hasta ellas.
Unos minutos después de cruzar media selva pudimos verlos, se asomaban unas cabezas a la distancia y su trompa larga alcanzaba las copas de los arboles.
Lentamente nos acercamos a ellos y a una distancia prudente pudimos verlas, una de ellas tenía al rededor de 50 años y la otra estaba en sus 20s, ambas eran como amigas y se movían juntas todo el tiempo, por eso estaban ambas en el mismo lugar y era facil rastrearlas.
Estos animales pesan al rededor de 3,000kg y comen la decima parte del peso de su cuerpo en hojas y verduras, es decir que comen unos 300g de hojas y frutas, un absoluta locura.
No podíamos acercarnos demasiado ni tocarlas pero era más que suficiente, solo podíamos quedarnos en silencio y admirarlas.
Su tamaño era colosal, podían arrasar con lo que se interpusiera en su paso, sus trompas alcanzaban las hojas más altas de los arboles y tenían una mirada penetrante que transmitía paz y serenidad.
Nunca antes hubiera imaginado tener tan de cerca un animal así, es como si tuvieran el poder de arrasar con todo y sólo se limitan a coexistir, viven entre la naturaleza, comen a montones y se bañan en el río.
Ver estos animales en su entorno me hizo sentirme más pequeño de lo que ya creí que era y de alguna forma sentir paz y seguridad, se trata de dar pasos firmes, vivir en estabilidad y de una forma simple.
Es loco pensar como el ser humano termina siendo el único animal que ha evolucionado para destruir todo lo que toca y si no cuenta con la habilidad para hacerlo encuentra la manera de sortear cualquier obstáculo para lograrlo.
Muchos de estos elefantes fueron rescatados de lugares aledaños en los que los utilizaban como animales de carga, entretenimiento o simplemente heridos para quitarles el marfil.
Definitivamente creo que estos animales me dejaron una sensación de templanza que deseo mantener por el resto de mi vida.